Abrir las puertas de la “habitación propia”
Entrevista a Ana Álvarez Errecalde por Ana Cristina Franco
La habitación propia no existe para Ana. De hecho, ella abre la puerta de su taller y deja pasar a sus hijos. Los límites entre la creación y la crianza se entreveran en su vida. Tal vez debido a su interés por la autorrepresentación, la maternidad es elemento esencial de su obra. De hecho, alguna vez dijo que se convirtió en artista cuando se convirtió en madre. Ana es una de las artistas contemporáneas que más ha explorado el tema de la maternidad. Nació en Bahía Blanca, Argentina, pero reside en Barcelona. A través de la fotografía, el video y las instalaciones, Álvarez-Errecalde reflexiona sobre cómo somos vistas las mujeres y las madres en una sociedad capitalista y exitista. Desmitifica los clichés que han envuelto a los cuerpos femeninos a través de la Historia Universal y de la Historia del arte. En sus imágenes hay sangre, grasa, heridas. Cuerpos reales. Cuerpos vivos. Su obra ha sido expuesta en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, el Centro de Arte Santa Mónica, Feria Estampa y Canal de Isabel II (Madrid), el European Women Lobby (Bruselas), el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) y el Centro Cultural de España en Buenos Aires (Cporque estamosCEBA), entre otros museos y países.
Me impactaron muchos las fotos del nacimiento de tu hija. Porque hay sangre y placer al mismo tiempo. No estamos acostumbradas a ver imágenes de parto con sangre, víceras, menos con una sonrisa. Hay una de especie contestación al mito de Eva y parir con dolor. ¿Cuál fue tu intención al combinar, en las fotos de tu parto, estos elementos aparentemente opuestos: sangre y placer?
La sangre ha sido vista de forma peyorativa en la mujer. Estamos acostumbrados a asociar la sangre a los guerreros, que solían ser hombres. La sangre como gesto heroico, vinculada al guerrero, al hombre, al héroe. No vemos la sangre como fuente de vida ni como fuente de celebración de la vida. Con estas fotos quería romper con la visión que tiene Hollywood sobre un nacimiento. Esa visión en la que las mujeres están fuera de control y necesitan la asistencia o la guía de un personaje que por lo general es masculino, suele ser el médico o el padre del niño el que indica como pujar, cómo parir. En el caso de estas fotos revierto un poco este orden porque la protagonista soy yo, el bebé no es un producto, sino que es lo que le da sentido a la experiencia, y lo que le da sentido también al dolor, que es un dolor con propósito, y entonces es un dolor relativo porque no es como un dolor de muelas que no tiene un objetivo, es un dolor que te acerca a la llegada de tu hija o hijo. En este sentido me gusta que las fotos también tienen como un aspecto metafísico porque van más allá de la experiencia, para también darnos el poder de vivir nuestra experiencia según nuestra necesidad, sin hacerle caso a los condicionamientos culturales que dicen que el parto es con dolor, que necesita asistencia. Con este trabajo propongo un parto un poco anárquico, si se quiere.
¿Y el placer? En la mayoría de fotos que se han visto de partos las mujeres suelen tener expresiones de dolor. El parto está vinculado al sufrimiento, al malestar, a la carga. Ver a una madre sonriendo llama la atención…
Fue un parto extático. Hay muchas mujeres que han parido con placer por muchísimos siglos. Lo que pasa es que no ha habido una imagen que las represente. Yo no creo que todos los partos son así pero sí me parece importante decir que también pueden ser así. Y que no ha sido solamente el mío. Creo que también esta imagen confronta el papel del miedo. El miedo muchas veces es el que nos impide tener este tipo de experiencias. Me parece muy importante poder compartir mi vivencia para que muchas nuevas generaciones crezcan sabiendo que esto es posible, que se puede parir con placer.
No solo la madre recién dada a luz, sino la maternidad es vista con dolor en nuestra sociedad…
Creo que la maternidad tiene una faceta dolorosa en distintos momentos de la vida, pero este dolor siempre tiene un componente transformador. Lo mismo pasa en el parto.
Otro ejemplo sería el caso las madresde Plaza de Mayo en Argentina, son madres que luchan por justicia; también las madres que buscan rescatar a sus hijas caídas en la trata….entonces es difícil separar una experiencia de dolor en torno a la maternidad porque una vez que traes un hijo al mundo te sientes responsable y es difícil desentenderte de esta situación. Pero es un dolor transformador porque también hay mucho reconocimiento, valentía y gozo al ver lo que estas mamás siembran en la sociedad, que no se pueden cruzar de brazos, que lo que quieren para sus hijos e hijas lo quieren para los hijos e hijas de todos...
¿Podrías decir que tu arte nació a partir de tu maternidad?
Antes de tener a mis hijos ya estaba vinculada al trabajo artístico en Buenos Aires y Nueva York. Trabajaba en documental y cine, y cuando quedé embarazada pensé que iba a volver a trabajar pero cuando mi bebé tuvo ocho meses descubrimos que tenía un diagnóstico neurológico severo. No camina, no habla, no se comunica, y con el diagnóstico nos dieron una esperanza de vida muy corta, de dos años. Entonces en ese momento no se me ocurrió reinsertarme en la vida laboral sino que quise pasar con él la mayor parte del tiempo. Si siempre la maternidad en cierta forma te aísla de la vida que tenías antes, en nuestro caso fue peor porque no teníamos amigos con hijos, y además éramos migrantes. Fue una situación muy aislante. Además, las actividades que suelen estar abiertas a las mamas, como puede ser llevar al niño al parque y hablar ahí con otras mamis, o participar de un grupo de crianza, se convertían para mi en situaciones muy dolorosas porque era exponerme a todo lo que mi hijo no iba a poder hacer y a la felicidad de los demás cuando yo estaba un poco en duelo, en el duelo de todo lo que no iba a poder pasar. Entonces en ese momento de aislamiento y de estar mucho en casa fue que agarré la cámara de fotos. Empecé a retratar a mi hijo, a buscar enfocar en su belleza más allá de su diagnóstico, y darme cuenta que mi bebé seguía siendo el mismo bebé de antes de tener un rótulo, una fecha de caducidad… De esta forma la fotografía me salvó porque en este sentido el arte transforma y da lugar a esa catarsis. Así fue como nació mi trabajo creativo y por eso es que está tan ligado a la vida.
Si ser madre te hace de cierta forma invisible, imagino que ser madre de un niño con discapacidad te invisibiliza aún más. Hoy en día se habla mucho de inclusión, pero, ¿Qué tan real es la inclusión?
Yo creo que la inclusión no sirve. En España si tú tienes un hijo con discapacidad y tienes un trabajo regular (que no es mi caso) tienes la posibilidad de tener horario partido o media jornada, hasta que cumplan 18 años, pero lo cierto es que hay chicos de 18 años que en su desarrollo siguen siendo bebés, han sido bebés por 18 años, y sin embargo el sistema pone un límite. Hay muchísimas dificultades asociadas a la maternidad en discapacidad de las que no se habla. A veces también queda bonito hablar de “inclusión” pero lo cierto es que no todo niño discapacitado puede ser incluído en el sistema educativo, y tampoco todo niño discapacitado tiene, o quiere, o se beneficia de ser incluído. Con esto no quiero decir que no sea una buena iniciativa, pero creo que hay que ver cada caso y más que hacer leyes para todo el mundo hay que intentar adecuarse a las necesidades de cada familia.
En tu ponencia en el encuentro “Marea” te escuché decir algo así como que el cerebro está sobre valorado. ¿Me puedes contar más sobre esto?.
A mi hija le gusta mucho la arqueología y tuvo una época en que su fascinación más grande era con los egipcios, entonces intentábamos llevarla a museos y veíamos los vasos cánopos que son estos vasos de los egipcios donde guardaban las vísceras cuando hacían la momificación. Había uno para los pulmones, otro para los intestinos, otro para el hígado, y otro para el estómago. Pero para el cerebro no había. El cerebro se deshechaba. Creo que muchas veces todas estas elucubraciones, estas preocupaciones, estas preguntas que nos podemos hacer, por muy filosóficas o importantes que sean, no nos conectan con las necesidades escenciales que tenemos como seres humanos, con la necesidad de ser mirados, la necesidad de pertenencia, de amor, de atención. Los adultos estamos llenos de prejuicios, de ego, pero a veces cuando tienes a un recién nacido en brazos, lo ves todo tan claro… Si el parto ha sido bueno, si no ha sido interferido, hasta tenés esa necesidad de complacer y creo que hay tanta sabiduría en esa necesidad de darte, de no pedir nada a cambio. Eso es un poco lo que me gusta reflejar. Siempre me dicen que mi arte es muy visceral y creo que justamente es porque busco conectar con esto.
Ciertas doctrinas feministas que quizá tengan su origen la filosofía de Simone de Beauvoir, creen que la mujer, al volverse madre, se convierte en una especie de esclava de la especie. ¿Crees que puede ser así?
Yo encontré mucho placer en la crianza y también una nueva mirada. Para mi el enemigo no es el hombre sino un sistema capitalista, productivista, exitista, que pone el foco en algo que a mi no me identifica. Sin juzgar los feminismos anteriores porque también respondían a las necesidades del momento y han abierto caminos para que nosotros podamos plantearnos otra cosa. Pero por ejemplo, también en el caso de Virginia Woolf, en la misma línea de Simone de Beauvoir, este “tener la habitación propia”, ¿qué implica?, ¿quién mantiene esa habitación propia?, ¿qué mujeres son las que limpian, crian y cuidan para que ella pueda tener su habitación propia y escribir libremente? A veces estas luchas son luchas burguesas e invisivilizan el trabajo de otras mujeres con menos privilegios y situaciones de precariedad. Yo encuentro un valor en asumir la crianza como una responsabilidad propia una vez que fue decidida a conciencia. Me parece una manera más honesta de llevar la maternidad, más trabajosa pero más honesta.
¿Cómo encontrar tiempo para la creación artística cuando tienes que ocuparlo en la crianza de los hijos?, ¿Cómo se encuentra libertad para crear dentro de la maternidad?
Creo que esta libertad también se gestiona a partir de la propia necesidad y la habilidad de compatibilizar las distintas facetas. En mi caso he incluido a mis niños en mi trabajo, entonces creo que gano espacio porque ese espacio es compartido, no es que necesito que se vayan o que alguien los cuide para crear, porque estoy creando cuando estoy con ellos. Entiendo que no para todo el mundo es posible, pero en mi caso ha sido como una forma orgánica de generar un poco ese espacio con ellos y no a pesar de ellos. También la inspiración suele surgir de la relación que establecemos, de los planteos, preocupaciones y descubrimientos que se generan. Estar presente evita la frustración de pensar que tendría que estar creando otra cosa, y eso me da la libertad de crear dentro de mis circunstancias actuales.
¿Cuál es la frontera entre crear y criar?, ¿Cómo se complementen estas actividades?
Creo que en mi caso tiene que ver con el poder catártico del arte, porque el arte me ha servido como un canal para procesar ciertas dificutades. Los mismos cuestionamintos que me hago a la hora de estar criando son luego los que vuelco en mi trabajo creativo, tanto preguntas como experiencia. Para mi la maternidad en ningún momento ha restringido mi capacidad creativa, todo lo contrario, la ha potenciado; si bien estudié cine, trabajaba en televisión, trabajaba haciendo documentales, fue a partir de la maternidad que empecé con mi trabajo creativo en fotografía y el arte, porque la maternidad me enfrentó a nuevas necesidades y tuve que buscar nuevas soluciones.
¿Crees que es muy propio de la sociedad occidental el separarnos de nuestros hijos?
La maternidad consciente se enfrenta sin proponérselo al sistema construido, porque el sistema ofrece alternativas como mandar a tu bebé a la guardería inmediatamente, y el tema es que cuando tienes esa carga hormonal de oxcitocina no te puedes separar de tu bebé, no quieres, y si empiezas a indagar en la neurobiología, ves que el bebé necesita de su madre. Hemos creado esta mirada adultocéntrica en donde sólo lo que yo siento, sólo mi realización personal, es la que importa. ¿Pero qué hueco estamos generando en el bebé si no le damos hoy por hoy lo que su biología require? Tal vez debamos enfrentar al sistema y decir: “miren, está muy bien lo que nos ofreces, en algunos casos es necesario, pero no es lo que yo quiero ni lo que mi bebé necesita”. La mujer que quiere dejar a sus hijos en una guardería tendrá esa oportunidad y está bien, pero a las que no queremos hacerlo se nos dice que es un suicidio profesional, nos hacen sentir culpables por tantos años de formación tirados por la borda, y esto es un concepto muy limitado de lo que es la vida, el éxito, lo importante. Aquí tendríamos que hablar de qué valor o mejor dicho qué falta de valor, tienen en nuestra sociedad los cuidados.
Es muy interesante cómo retratas el cuerpo de la mujer: con sangre, con heridas, con grasa. ¿ Puedes contarnos sobre tu obra Las Tres Gracias Sangrantes?
Lo que me gusta de esta obra es que es una respuesta a mucha parte de la Historia del Arte, en concreto Las tres Gracias, que las interpretaron varios artistas, entre ellos Rubens y Canova. Antiguamente se ponían las esculturas de estas tres gracias en las entradas de los banquetes y ellas simbolizaban la belleza, el júbilo, la disponibilidad, la fertilidad… Representan los condicionamientos desde esta mirada masculina de cómo tienen que construirse las mujeres para ser bienvenidas al Banquete, para formar parte de esta celebración. En ellas se puede ver cómo la mirada masculina nos construye, qué es lo que se espera de nosotras. Con estas tres gracias sangrantes quiero mostrar la verdad de nuestro cuerpo y un poco nuestra escencia que es más desenfadada, no está domesticada ni desvitalizada. Me gusta como una forma de cuestionar los intereses biopolíticos y todas las directrices que se ejercen sobre los cuerpos de las mujeres, el distanciamiento que se nos enseña, por ejemplo, a la hora de venderte una compresa tiran líquido azul, como que la sangre o el rojo dan repeluz, entonces lo que busco con estas imágenes es mostrarnos cómo somos y mostrar la sangre que finalmente es fuente de vida y fuente de gratitud. Siento que muchas veces a lo largo de la Historia del Arte la visión que tenemos del cuerpo de las mujeres se construye a partir de la mirada de los hombres, por eso con mi trabajo busco apropiarme de mi cuerpo y mostrarlo como es y también burlarme de estos estereotipos que se han establecido.
El rol de la mujer en el terreno del arte ha sido más el de la amante que el de la madre. Entre las temáticas más comunes del arte están La Guerra, El amor romántico, La pasión, pero la maternidad no llega a convertirse en un género, quizá porque estas temáticas han sido impuestas por hombres hetero sexuales. ¿Qué opinas?.
A partir de los setentas han habido muchas artistas que han tocado el tema de la maternidad en el arte, el mayor problema que tenemos es que no se vizibiliza el trabajo de las artistas mujeres tanto como el de los artistas hombres, entonces todavía son trabajos bastante desconocidos. Creo que es hora de que las mujeres empecemos a valorar lo que hacemos. Ayer en una entrevista que nos hicieron en la radio, Alegría Acosta dijo algo muy bonito y es que cuando le preguntaban qué había hecho ella decía: nada. Muchas veces somos nosotras mismas las que no valoramos nuestra tarea de ser madres. “Hacer algo” sería decir “hoy hice fotos”, “hice un documental”, etc… el día que no haces esas cosas dices que no haces nada, pero no dices hoy crié a mi hijo, estoy criando, hoy di la teta un montón de veces, hoy conté un cuentos, cure heridas, preparé la comida que sé que es la mejor para que mi hija crezca sana. Me pregunto en 18 años cuántas veces fui yo misma la que menosprecié el cuidado de nuestros hijos o las labores de cuidado de la vida, el intentar hacer un mundo mejor también a escala pequeña es también una deuda que tenemos pendiente nosotras visibilizando estas tareas y pidiendo valorización y reconocimiento por el futuro que a diario creamos.